El pasado fin de semana, en la Basílica de San Francisco, la flauta creció de principio a fin en el concierto ofrecido por el dúo Ondina
La flauta creció de principio a fin en el concierto ofrecido por el dúo Ondina el pasado fin de semana en la Basílica de San Francisco. Para ser más preciso, creció porque estuvo en manos de una intérprete excepcional, Niurka González Núñez.
No es este un juicio personal; el maestro Leo Brouwer, presente en la entrega y luego de escucharla en un pasaje de Georg Philipp Telemann que añadió fuera de programa, comentó que nada tiene que envidiar la artista cubana, en la actualidad, a los colegas que ocupan la vanguardia en la ejecución del instrumento a escala internacional.
Con el pretexto de honrar los llamados aniversarios cerrados o redondos —escoja el término que más le plazca— de seis compositores, González Núñez y la pianista María del Henar Navarro abordaron un repertorio fundamental para la flauta, el cual, sin embargo, no suele ser muy frecuentado en nuestro medio.
Dos de las partituras revelaron la capacidad solista del instrumento: Capricho en Sol mayor, del alemán Johann Joachim Quantz, quien además de demostrar las potencialidades de la flauta traversa desempeñó un destacado papel en la fusión de los estilos francés e italiano en el ambiente prusiano de su época; y Chacona opus 107, de su coterráneo Sigfrid Karg-Elert, página que evoca el legado bachiano en el tratamiento de esta forma musical de moda en el periodo barroco.
Una verdadera delicia fue escuchar Catorce piezas para flauta y piano, del francés Charles Koechlin, por la sutileza de sus breves trayectos, en especial la Marcha fúnebre que antecede el cierre. Otro tipo de exigencia para el instrumento y el piano planteó Tocadores de flauta, del también francés Albert Roussel, por abarcar una paleta estilística de mayor complejidad.
En el homenaje a Franz Schubert medió la figura del alemán Theobald Boehm, autor de una fantasía sobre Le desir, pieza que integró la serie 36 danzas originales D. 365 del gran compositor vienés. A Boehm se debe la invención del mecanismo que perfeccionó la flauta y la acercó a las versiones actuales del instrumento. La obra ejecutada por González Núñez y Navarro se distingue por su sentido de la variación.
De la América más cercana, el dúo Ondina recreó la Sonatina para flauta y piano, del brasileño Mozart Camargo Guarnieri, reconocido por sus seis conciertos para piano e igual número de sinfonías y sus óperas con libretos del poeta Mario de Andrade y el dramaturgo y actor Gianfrancesco Guarnieri, pero que al escribir la partitura incluida en el programa inscribió una página apreciable en la música de cámara del continente.
Para reciprocar la cálida recepción del auditorio, el dúo regaló la parte final de La flauta de pan, de Jules Mouquet.
Si González Núñez alcanzó cotas de excelencia en cada una de sus interpretaciones, Navarro volvió a transmitir la imagen artística de una pianista sumamente responsable y solvente en su ejercicio.
Por: Pedro de la Hoz
Fuente: Granma
Disponible en: http://www.granma.cu/cultura/2017-06-27/revelaciones-de-la-flauta-27-06-...