El concierto inaugural de la temporada de conciertos de la Fundación Mozarteum, “Apertura”, con una mezcla de Mozart y música sudamericana, fue un gran éxito de público en Salzburgo.
El entusiasmo causó sensación entre los músicos de la Orquesta Colombiana Iberacademia Medellín y la Orquesta del Liceo de La Habana bajo la dinámica dirección de Alondra de la Parra. Lo mismo ocurrió con los solistas de primer nivel, el arpista estrella Xavier de Maistre y la flautista cubana Niurka González. Rolando Villazón fue el encantador y elocuente maestro de ceremonias y al final cantó una conmovedora pieza del compositor Silvio Rodríguez, quien estaba presente.
Después de abrir con la obertura de “La Flauta Mágica” de Mozart, el concierto para arpa de Alberto Ginastera, que se interpretó por primera vez en 1965, se convirtió en una experiencia auditiva inmersiva. El arpa solista se enfrenta a una formación orquestal que aporta una formación de percusión extraordinariamente amplia, enriquecida con instrumentos de percusión típicos latinoamericanos.
Variedad de colores
Xavier de Maistre demostró ser el gran maestro e intérprete ideal de este extraordinario espectro sonoro. Supo incorporar brillantemente variedad de colores y efectos sorprendentes en técnicas diferenciadas de glissandi y punteo, con sofisticación en paralelo al ritmo de la percusión o en la velocidad del baile-arremolinado. A veces los tonos del arpa brillaban como el reflejo de los relucientes candelabros de cristal que se habían convertido en sonido.
La tierna contraparte fue el popular concierto para flauta, arpa y orquesta de Mozart, compuesto en París en 1778. En una excelente correspondencia, González y de Maistre pusieron en práctica las características de sus instrumentos. Aquí no se trataba tanto del virtuosismo técnico como de melodías flexibles con un cincelado fino y sensible. A las cadenzas también se les permitió mostrar su lado bravura.
Danza folklórica final
Después nos sumergimos en pleno espíritu sudamericano con la suite del ballet “Estancia” de Ginastera. Alondra de la Parra fue la encarnación absoluta del ritmo desmedido, rápido, elegante y enérgico. La parte orquestal también estuvo en su elemento, llena de espíritu y con un competente impulso compartido.
El baile folclórico final “Malambo” llevó el ambiente en la sala al punto de ebullición. Hubo que añadir los bises adecuados y el director pidió a los oyentes que aplaudieran.
Artículo original en alemán
Disponible en: https://www.pnp.de/nachrichten/kultur/eroeffnungskonzert-zur-konzertsais...