Con el sutil canto de la flauta en la memorable Berceuse campesina, de Alejandro García Caturla, Cubadisco 2010 volvió a dar la bienvenida el domingo a los cultores de las músicas nacidas en los campos de la Isla y al público que a lo largo de una semana tendrá la oportunidad de involucrarse en una intensa trama de conciertos y presentaciones en la capital.
En realidad, como precisó Ciro Benemelis, presidente del Comité Organizador, esta fiesta comenzó tres meses atrás en ocasión de la gira nacional Se formó la guajirá, protagonizada por Alexis Díaz Pimienta, y continuó con la Canturía por la Patria, más de 300 horas consecutivas de guateques, controversias poéticas y fieros sones hilvanadas durante los primeros quince días de este mayo a lo largo y ancho del país.
El sábado en la noche tuvo lugar la gala de los laureados de la discografía cubana, en el teatro Karl Marx, donde se dio a conocer el otorgamiento del Gran Premio Cubadisco 2010 a los fonogramas de la casa Bis Music, Mis raíces, de María Victoria Rodríguez y Pancho Amat, y En guarandinga por toda Cuba, de Rita del Prado y el dúo Karma.
Tales eventos preludiaron la jornada del domingo, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, a la que asistieron Abel Prieto, miembro del Buró Político del Partido y ministro de Cultura, y el viceministro Abel Acosta Damas, presidente del Instituto Cubano de la Música.
Haber tomado como punto de partida la Berceuse, de Caturla, fue como suscribir un arte poético. Retomando la tradición europea de las canciones de cuna, el fundador, junto a Amadeo Roldán, de la vanguardia musical cubana del siglo XX, articuló una melodía de resonancias montunas con una entonación rítmica que decanta las esencias del tonadismo insular. Tales valores se evidenciaron en la interpretación de la flautista Niurka González Núñez y la pianista María del Henar Navarro.
Entre sones de fina factura vocal transcurrió el segundo momento del concierto, a cargo del Coro Nacional de Cuba, que recibió el Premio de Honor Cubadisco al cumplir medio siglo de existencia. Por hallarse cumpliendo compromisos internacionales, Digna Guerra, su titular, cedió la batuta a una aventajada directora, Yaíma Fariñas.
El segmento final tuvo a la Orquesta Sinfónica Nacional y al director tenerifeño Gregorio Gutiérrez en primer plano. Con gestos elocuentes desde el podio y una concepción coherente del hecho sonoro, Gutiérrez transmitió a la agrupación y al público el espíritu de los Cantos canarios, de su coterráneo Teobaldo Power Lugo-Viña (1848–1884), quien arropó en un empaque romántico los aires folclóricos de su tierra.
Dicha entrega tuvo una connotación simbólica: de las Islas Canarias fluyeron hacia esta parte del Caribe músicas que contribuyeron a la forja de una nueva tradición en los campos de Cuba, esa que recreó con la pasión que le asiste desde su magisterio Efraín Amador, autor del Concierto para laúd y orquesta, De lo real maravilloso, en el que también ejercieron protagonismo las pianistas Doris Oropesa y Arianna Amador y la flautista Floraimed Fernández.
Fuente: Por Pedro de la Hoz. Periódico Granma Disponible en: http://www.granma.cubaweb.cu/2010/05/18/cultura/artic01.html
Acceso: 18 de mayo de 2010