¿Será justoy suficiente decir que fue la presencia de la Orquesta de Cámara de la Comunidad Europea un regalo de ejecución perfecta? Pienso que no, la perfección suele ser a veces tan fría.
Hubo algo más en la entrega de esta famosa orquesta que ofreció un concierto en el Teatro Nacional y en el Teatro Sauto de Matanzas. Unido al virtuosismo, a la equilibrada técnica de los jóvenes ejecutantes había algo muy sublime advertido por todos, una especie de atracción mágica ante tanta brillantez, seguridad, plenitud y nivel artístico.
La Reina Sofía de España es la patrocinadora de esta famosísima agrupación que nos dejó el legado de Mozart y Haydnen un programa inolvidable y permitió acercarnos a una valiosísima solista, ala joven Niurka González Núñez quien interpretó el Concierto para flauta en Re K.314 de Mozart. Al atento y respetuoso silencio siguió el atronador efecto del aplauso unánime, total, ante tanta muestra de excelsitud.
Hay que lamentar únicamente la rápida partida de la famosa agrupación bajo la dirección artística del seor Eivind Aadland, porque cuando estamos ante tan alta representación de refinado arte, es indudable que el deseo quiseira extender sus alas y dejarnos aún momentos más sublimes en la memoria.
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Por Nancy Robinson Calvet
Fuente: Trabajadores 26 de febrero de 1996