El II Festival Leo Brouwer de música de cámara, inaugurado este último fin de semana en la Basílica Menor de San Francisco de Asís, devino jornada trascendente para la promoción de las más elevadas calidades del arte sonoro en nuestro país.
Tras dejar sentado cuáles fueron los objetivos que se propusieron, lo que se escuchará en esa sala hasta el próximo día 18 y las figuras de diferentes países que prestigiarán su programación, el propio Leo subrayó: "Lo más importante es la música. Esta es una fiesta que no sé cómo agradecer".
Un primer programa titulado De Caturla a Brouwer deparó momentos imborrables a cargo del Coro Entrevoces, dirigido por Digna Guerra, en el que el virtuosismo colectivo quedó patente en las piezas brouwerianas Rondas, refranes y trabalenguas para coro mixto (2004) y Cántico de celebración para coro mixto (2000).
El público asistió curioso a la audición del Trío sobre temas de Sor, que, según reveló Brouwer, surgió a partir de una serie de ejercicios que él escribió cuando apenas tenía 15 años de edad. "A estas alturas no sé si el autor es Sor o soy yo", comentó. A la mayor comprensión del anterior acierto en la versión para flauta, cello y guitarra, ayudó la impecable ejecución de Niurka González, Amparo del Riego y Víctor Pellegrini.
En este rango de maestría habría que incluir el amplio espacio dedicado a Alejandro García Caturla (1906–1940), mediante la interpretación de Melodía disonante para saxofón y piano (1925), por Javier Zalba y María del Henar Navarro, y otras obras asumidas por el Cuarteto de Cuerdas Havana y el dúo Pro Música; así como la evocación a Hilario González (1920–1996) a través del Concertino en Re para oboe, fagot, viola y piano (1944), a cargo de Ayamey Castañeda, Mónica Acosta, Anolan González y Leonardo Gell, en el cierre de la primera jornada.
Por ello, cuando se escucharon las notas en estreno del Quinteto para guitarra y cuarteto de cuerdas (1957), de Leo, a cargo del Cuarteto de Cuerdas Havana y Miguel Trápaga, solo quedó suscribir su excelencia.
El segundo programa, Compositoras cubanas. Del siglo XIX a nuestros días trajo a la actualidad algunas figuras que han podido desafiar el paso de los años, aquellas que por su intensidad creativa y espontaneidad superaron las limitaciones de su época. Tales los casos de Cecilia Arizti (1856–1930) y Gisela Hernández (1912–1971), cuya capacidad expresiva aún nos sigue conmoviendo.
Con Magaly Ruiz (1941) y su Danzón para trombón y piano, llegó la agradable sorpresa con sus rejuegos con el Almendra, de Abelardito Valdés y otros clásicos del cubano género, y la interpretación de Rafael Martínez Guillén y María del Henar Navarro.
Resaltó también la presencia en el programa de las piezas de Tania León (1943), María Álvarez Ríos (1919), Sigried Macías (1981) y Keyla Orozco (1969).
Fuente: Granma. Disponible en: http://www.granma.cu/espanol/cultura/7oct-festival.html