Quien pretenda reseñar lo sucedido en la continuación del IV Festival de Música de Cámara Leo Brouwer, repartido el pasado fin de semana entre los teatros Astral y Mella, tendrá que dejar a un lado la minuciosidad de las crónicas puntuales y despojarse de la objetividad del observador que saca cuentas en la distancia.
Porque en esas maratónicas jornadas, quizás excesivas para algunos y asimétricas para otros, las cantidades no solo se sustentaron en calidades y entre estas, a su vez, hubo más de un fulgor diamantino, de esos destinados a grabarse en la memoria de los espectadores con una nota al pie que diga: "Yo tuve el privilegio de escuchar a Fulano de Tal en La Habana".
Así podrá hablarse del bosnio Edin Karamazov, un maestro que ha reactualizado el archilaúd y a quien Brouwer compuso una sonata que posee la doble virtud de extraer los misterios tímbricos y armónicos del instrumento y de reflejar el pensamiento musical del autor. Karamazov tuvo que sobreponerse a dos accidentes de cuerdas partidas debido a la humedad del ambiente del Astral.
También resultará imborrable la huella del acordeonista italiano Marco Lo Russo por sus múltiples intervenciones, desde la recreación de los temas de la ópera rossiniana El barbero de Sevilla a la depuración de las esencias que rinde Brouwer a Debussy, Caturla y Piazzolla en los Nuevos estudios sencillos, desde el encaje estilístico con la notable flautista Niurka González Núñez en la sección final de La región más transparente (otro hito de Brouwer) a la impronta jazzística de su dúo con el contrabajista Gastón Joya, sin olvidar su actuación solista, junto a la Orquesta de Cámara de La Habana, en el melifluo tema que Luis Bacalov compuso para la versión fílmica del texto del chileno Antonio Skármeta, El cartero de Neruda.
Pero sobre todo tendrá que hablarse de un gigante de la escena cubana, Osvaldo Doimeadiós, que en el programa del Mella dedicado al tango, dijo como nadie ha dicho hasta ahora entre nosotros Balada para un loco, de Ferrer-Piazzolla, y dramatizó con recia estampa el memorable poema de Borges dedicado al género, con sabor a suburbios y facones y turbulencias líricas.
Y si de gemas se trata, habrá que atesorar la reinvención del pasaje de una suite de Claude Bolling a cargo del pianista Miguel Ángel de Armas, el contrabajista Jorge Reyes, el baterista Enrique Pla y el saxofonista Javier Zalba, autor de la versión revisada durante el montaje por el propio Brouwer, y los benditos "sacrilegios" de Ernán López-Nussa a partir de sonatas de Domenico Scarlatti y una danza de Lecuona.
En ambos programas resaltó la coherencia conceptual dentro de la diversidad de estilos y propuestas y la presencia de jóvenes intérpretes cubanos, como los pianistas Miguel Ángel de Armas, Karla Martínez y Ana Gabriela. Y en el Mella la dimensión espectacular de Rauschenberg pop construction, de Brouwer, a cargo de la compañía Danza Retazos, de la maestra Isabel Bustos y el español B3: Brouwer Trío.
Como quiera que esa última noche fue de tangos, nada mejor que cantarlos al final a la manera de Liuba María Hevia. En cuanto a la jornada mediterránea del Astral, hubo un anticipo a tener en cuenta: el ensemble holandés Asteria. Serán los protagonistas este martes a las 7:00 p.m., de la cuarta etapa del festival, en la antigua Iglesia de Paula.
Fuente: Granma. Por Pedro de la Hoz
Disponible en: http://www.granma.cubaweb.cu/2012/10/09/cultura/artic03.html