El virtuosismo de la flautista Niurka González y de la pianista María del Henar Navarro, integrantes del dúo Ondina, se hizo palpable una vez más en el concierto celebrado el pasado sábado 16 de junio, en el Hemiciclo del Museo Nacional, ubicado en la Sala de Arte Universal. Para la ocasión las talentosas intérpretes escogieron un programa conformado por obras del repertorio cubano y del internacional.
El encuentro con el público que les sigue desde que se unieron en 1977 para homenajear al importante flautista cubano Roberto Ondina (1904-1963), fue revelador y mágico. En varias oportunidades se pudo escuchar el aplauso con que los asistentes coronaron las maravillosas ejecuciones de estas dos grandes artistas que le aportan a sus instrumentos una singular manera de decir y hacer la buena música, donde se mezcla lo clásico con lo popular de una forma diferente, cargada de emociones y sentimientos.
Así lo demostraron desde los primeros pasajes compartidos de la Suite paysanne hongroise, del húngaro Béla Bartók (1881-1945), una recopilación de melodías populares, ora tristes, ora eufóricos y llenos de colorido, en las que la flauta de Niurka pareció flotar en cada uno de los movimientos interpretados con el apoyo del piano de María de Henar.
El romanticismo se hizo presente con la Grande polonaise Op. 16, del alemán Theobald Boehm (1794-1881) y la Fantaisie pastorale hongroise, del suizo-hungaro François Doppler (1821-1883). El primero de ellos devino innovador en la ejecución de la flauta, instrumento que el mismo fabricaba y para el cual concibió grandes obras, en momentos en que el piano y el violín señoreaban las salas de conciertos y daban supremacía a sus ejecutantes.
Del repertorio nacional Niurka y María del Henar se atrevieron a versionar Miradas furtivas, en presencia de su propio autor, el compositor y pianista José María Vitier (1954). La obra concebida originalmente por Vitier para piano y saxofón, y también versionada para violín, fue todo un éxito, como lo reconoció su propio autor, quien sin salir de su asombro felicitó a ambas intérpretes.
El final, lo ocupó otro cubano: Andrés Alén (1950), de quien regalaron Tema con variaciones y fuga, en esa perfecta combinación musical que brota del arte de sus protagonistas, quienes se han presentado en diversas salas de conciertos del país en las que han dejado una impronta de aplausos y reconocimientos más que merecidos. En ese eterno diálogo de flauta y piano Niurka González y María del Henar Navarro, binomio perfecto del arte musical, volvieron a escribir otra historia de profesionalidad y buen gusto a la hora de seleccionar el repertorio con que se adueñan del tiempo y del público con diferentes estilos y una proyección gestual sobria y elegante.
Por: Ricardo Alonso Venereo
Fuente: Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba
Disponible en: http://www.uneac.org.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=6492