Como si le fuera insuficiente su larga y valiosa contribución a la grandeza de la música cubana, en su doble condición de intérprete y compositor, José María Vitier ha devenido, en estos dos años de pandemia, una especie de terapeuta espiritual con sus especiales conciertos en el histórico Teatro Martí. Allí ha convocado a otros valiosos artistas que, como él, han asumido la noble tarea de fortalecer la riqueza espiritual de sus compatriotas, tan dañada por la enfermedad, el miedo, la muerte y el encierro.